Cefalópodo
| Posted in Séptimo Arte | Posted on jueves, septiembre 30, 2010
Como es bien sabido por nuestros lectores, los integrantes de El Tapiz de Moscas asistimos con frecuencia vehemente a la Cineteca Nacional. Y el día de hoy (o mejor dicho ayer) deleitamos la pupila con el filme titulado “Cefalópodo”.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjJygbquYoHn2WkUM9jaWxppDXtzSrjmDrhctLJz52Zumvh00sC067rQzw3P1ySRMdm1dhsNrGW7iRhKa2vdFrrgKGJqPogBOvjVQmi_YbCYFn3_8_mBnq2bsThyphenhyphenIirb0I8nc5opFRqQG1G/s320/cefalopodo-2.jpg)
Realizado en el 2009, Cefalópodo, es un largometraje mexicano de 90 minutos, dirigido y escrito por Rubén Imaz, con fotografía de Gerardo Barroso, un reparto en el que aparece un Bichir (como en casi toda producción mexicana) y producido por Canana, FOPROCINE, Axolote Cine, etc.
Sebastián, originario del País Vasco, hace un viaje a la Ciudad de México para tratar de expulsar de sí los fantasmas que lo atormentan y poder así superar el doloroso duelo en el que se encuentra tras la muerte de la mujer a la que ama. El cefalópodo se convierte en el símbolo de aquello que no comprende y que lo ata al recuerdo, a la frustración que se siente el vacío. Así, la búsqueda de la redención termina en Sonora, en algún lugar donde el mar y el desierto son confidentes.
Esta película me cautivó por una simple y llana razón, la identificación que sentí con el personaje de la historia, dado que este posee una pasión y transita por un mal pasajero, dos rasgos que solían ser mis fieles acompañantes y habituales pasatiempos nocturnos: el dibujo y la melancolía.
Recomendable para aquellos que gozan de sufrir y encuentran en ello un regocijo inspirador, que buscan eso que culmina en la expresión, eso que converge con la pasión y expulsa con visceralidad del individuo aquello que se conoce como “arte”.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg5VRiXXJnzp125LtKSBOMVs1RM-g_oh26e6ThTsrSan55gM_0w2la3XJ5SSvPrmFrVi4s46w8C2yRyYhn3aMjCUN94C3CgkG-pl3i3UBcGQeBFbCNtxGfBerFcinVP-KeAPX82g0IGUVvF/s320/cefalopodo-poster.jpg)
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Realizado en el 2009, Cefalópodo, es un largometraje mexicano de 90 minutos, dirigido y escrito por Rubén Imaz, con fotografía de Gerardo Barroso, un reparto en el que aparece un Bichir (como en casi toda producción mexicana) y producido por Canana, FOPROCINE, Axolote Cine, etc.
Sebastián, originario del País Vasco, hace un viaje a la Ciudad de México para tratar de expulsar de sí los fantasmas que lo atormentan y poder así superar el doloroso duelo en el que se encuentra tras la muerte de la mujer a la que ama. El cefalópodo se convierte en el símbolo de aquello que no comprende y que lo ata al recuerdo, a la frustración que se siente el vacío. Así, la búsqueda de la redención termina en Sonora, en algún lugar donde el mar y el desierto son confidentes.
Esta película me cautivó por una simple y llana razón, la identificación que sentí con el personaje de la historia, dado que este posee una pasión y transita por un mal pasajero, dos rasgos que solían ser mis fieles acompañantes y habituales pasatiempos nocturnos: el dibujo y la melancolía.
Recomendable para aquellos que gozan de sufrir y encuentran en ello un regocijo inspirador, que buscan eso que culmina en la expresión, eso que converge con la pasión y expulsa con visceralidad del individuo aquello que se conoce como “arte”.
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